Todos pensamos, es parte de nuestra naturaleza. Pero hay muchas maneras de pensar: arbitrarias, desinformadas, prejuiciadas, parcializadas...
El pensamiento crítico es el proceso mediante el cual se usa el conocimiento y la inteligencia para llegar de forma efectiva a la postura más razonable y justificada sobre un tema. Digamos que es el acto de dudar de las afirmaciones que en la vida cotidiana suelen aceptarse como verdaderas.
Ser capaz de utilizar un pensamiento crítico significa que no se acepte la opinión de la sociedad, teniendo así ideas individuales, se conocen los argumentos a favor y en contra y se toma una decisión propia respecto a lo que se considere verdadero o falso, aceptable o inaceptable, deseable o indeseable.
¿Y qué no es?
Pensar críticamente no es llevar la contraria a todo el mundo o no estar de acuerdo con nadie. Según Kurland, D.J., 1995, pensar críticamente está relacionado con la razón, la honestidad intelectual y la amplitud mental en contraposición a lo emocional, a la pereza intelectual y a la estrechez menta.
Un pensador crítico y ejercitado:
Formula problemas y preguntas fundamentales, con claridad y precisión.
Reúne y evalúa información relevante utilizando ideas abstractas para interpretarla efectivamente.
Llega a conclusiones y a soluciones bien razonadas, y las somete a prueba confrontándolas con criterios y estándares relevantes.
Piensa, con mente abierta dentro de sistemas alternos de pensamiento; reconociendo y evaluando, según sea necesario, los supuestos, implicaciones y consecuencias prácticas de estos.
Se comunica efectivamente con otros para idear soluciones a problemas complejos.
PENSAR CRÍTICAMENTE, ¿SE PUEDE ENSEÑAR?
La misión de la escuela no es tanto enseñar al alumno una multitud de conocimientos que pertenecen a campos muy especializados, sino ante todo, aprender a aprender, procurar que el alumno llegue a adquirir una autonomía intelectual. Esto se puede lograr atendiendo el desarrollo de destrezas de orden superior como las del pensamiento crítico.
Supone un esfuerzo, es salir de nuestra zona de confort, pero hay técnicas que nos pueden ayudar a tomar esta postura ante la vida.
El método científico es por ejemplo una derivada del pensamiento crítico, una manera de ir incluyéndolo y enseñándolo: hipótesis, recoger datos, extraer conclusiones.
Podríamos también hablarles sobre el Big Data o la Ciencia de datos, considerada una de las profesiones más atractivas actualmente. Explicarles cómo puede ayudar a formar a ciudadanos capaces de leer las noticias sin dejarse engañar por gráficos y datos maliciosos.
Considero que la importancia del pensamiento crítico en los jóvenes
radica en el objetivo de conseguir que sean autónomos, que cuestionen lo
que les rodea, que indaguen, que muestren iniciativa, en definitiva,
que se interesen no por aprenden más, sino mejor.
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